En los resguardos de Buenavista y Santa Cruz de Piñuña Blanco, Fredy Piaguaje y Mario Erazo Yaiguaje custodian un legado milenario que el conflicto armado, las minas antipersonales y la indiferencia estatal amenazan con borrar.
La CIDH otorgó medidas cautelares a favor de los resguardos Siona de Buenavista y Piñuña Blanco, pero siete años después, sus líderes denuncian incumplimiento, militarización y amenazas persistentes en el territorio.
La guerra ha confinado a los Siona en su propia selva: la siembra indiscriminada de minas antipersonal ha provocado desplazamientos masivos, restricciones de movilidad y la pérdida de su libertad ancestral.
La comunidad Siona reclama la ampliación legal de su territorio ancestral —unas 52.000 hectáreas— como única garantía de supervivencia física, cultural y espiritual ante el abandono del Estado.